sábado, 18 de octubre de 2008

Interior

Con un poco de sentido común para evitar las zonas más deterioradas y mucho cuidado para no pisar cristales rotos y desperdicios, pasamos al interior del hotel. Aquí es donde el viaje en el tiempo es más patente, habida cuenta de los elementos de diseño (pocos ya que no hayan sido destrozados o, directamente, robados) que quedan de la época.

Esta es la entrada principal del hotel, la primera impresión que el huésped recibía del que sería su hogar mientras durara su estancia.


Avanzando un poco, a la derecha se encontraba la recepción:


En la planta baja se encuentran los salones de celebraciones y el bar-restaurante, estando los dormitorios en la planta superior. En uno de los salones se encontraba las piedras del antiguo molino que daba nombre al hotel:


Otro de los salones estaba presidido por la chimenea del hotel:


Los salones estaban separados por mamparas de madera:


Por esta mampara se pasa al último de los salones, que era el utilizado normalmente como restaurante. También contaba con una barra del bar que se utilizaba cuando, por la época del año, no estaba abierta la piscina:

Toda la comida que se tenía que servir tenía que provenir de la cocina, que resulta ser considerablemente grande:

Aunque no queda ni rastro de la cubertería que allí había, sí que se ha salvado (por ahora) un congelador de helados típico de la época:


La zona de fogones, en cambio, ha sufrido peor suerte:

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